James Hansen, ese hombre.
Y ustedes preguntarán: ¿quién es James Hansen? ¿En serio no lo conocen? Vamosss, que no me lo creo. Si sale en la tele más veces que Zapatero...
Bueno, va, me chivo: se podría decir que James Hansen es el padre del alarmismo climático. En 1988, en verano, aprovechando una ola de calor, se dirigió al Congreso de los Estados Unidos con una alarma: el polo norte se quedará sin hielo en 20 años. Evidentemente, nada de eso ha pasado, pero ya había puesto la primera piedra de la nueva religión mundial: la calentología.
Desde entonces, todo ha sido dinero y dinero para el señor Hansen: asesor científico de la campaña de John Kerry para las presidenciales de 2004, recibió un premio de un cuarto de millón de dólares por parte de la Fundación Heinz (Theresa Heinz, dueña del imperio del Ketchup, es la esposa de Kerry). También es un jefazo de la NASA (comanda del GISS -Goddard Institute for Space Studies-) y vaya usté a saber lo que cobrará por conferencia.
Y ¿por qué digo que se desenmascaran? ¿Acaso no está bastante desenmascarado? Si que lo está, cualquiera que lo vea venir ya sabe que tiene que esconderse, pero el hombre ya no se preocupa de las mínimas apariencias:
Si hace poco comparaba los trenes llenos de carbón que llegan a las centrales térmicas con los "trenes de la muerte" que llevaban a los judios a los campos de concentración, ahora directamente se ha desenmascarado, se ha partido la camisa (como Camarón) y ha afirmado que:
"El proceso democrático no funciona".
¿Y por qué no funciona? Porque no se le da la razón. Él posee la razón absoluta, y todo aquél que no acepta su dogma, no merece mas que la desaparición. Es como la izquierda, que solo ve democracia cuando mandan ellos: si mandan otros, no existe la democracia.
Es James Hansen, es el ecologismo, es el fascismo del siglo XXI
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